sábado, 14 de julio de 2012

Los rayos del Sol también alumbran de noche

Sientes que la oscuridad de la  habitación puede contigo y abres la ventana. La fría luz de la farola amarilla no enjuaga tus lágrimas. Se apaga y se vuelve a encender. Ni eso funciona bien. Vuelves la vista adento y enciendes la luz, apagada para que no entrasen mosquitos. Todo a tu alrededor parece normal, el flexo sigue en el escritorio, los apuntes ya tienen 15 días de polvo y la cama está deshecha. Pero algo falla. Esa sensación de que la vida continúa pero es parte de un tren que se ha pasado tu estación...o del que te han arrojado.

Miles...cientos de miles...millones de vidas están sintiendo algo parecido. "Si, Carolina, a papá le han echado del trabajo y a mi me han recortado el sueldo, lo siento pero el año que viene tienes que dejar la universidad".

Pero, ¿cómo hemos llegado a esto? En realidad, pienso, nunca hemos llegado, puesto que siempre hemos estado aquí. La codicia de unos pocos siempre ha manejado el comer de los demás, la diferencia es que ahora somos más personas las conscientes de ello. Ya no es el pobre marroquí, indonesio o nigeriano que pasa hambre, ahora los europeos estamos en las mismas. Globalización, lo llaman. Yo lo llamo perpetuación de clases.

Primero fueron amos, y nosotros sus esclavos, de los patricios romanos. Trabajábamos en sus viñedos a cambio de...de nada, puesto que éramos meras propiedades. Más tarde vinieron los "bárbaros" y con ellos el sistema de colonato y más tarde el feudal. Entonces éramos siervos y ellos nuestros señores, trabajábamos sus tierras a cambio de que nos dejasen trabajar las nuestras. Después...ah! Después vino el gran engaño.

Ansiaban poder y nos convencieron, peleamos una revolución que fue suya, nos hicieron creer que éramos libres. Simplemente cambiaron las formas. Siempre hemos dependido de ellos.

Trabajamos en sus empresas, en sus fábricas, en su estado, en sus campos. Trabajamos para ellos como lo hicimos para patricios y señores, sólo que a cambio de un jornal. ¡Se me olvidaba! También obtuvimos unos derechos. Derecho a 8 horas de descanso y 8 de ocio por cada 8 de trabajo; y sangre costaron. Derecho a manifestar libremente nuestra opinión. Derecho a elegir quien gobernaría nuestra vida durante 4 años.

¡Ja! Pobres ignorantes. ¿De verdad os creisteis lo de los derechos? Siempre han conservado el poder de expulsarnos de su trabajo, de reprimir nuestra opinión y de gobernarnos a su antojo. Lo que pasa es que ahora os dais cuenta. El hambre, dicen, agudiza las mentes.

No pretendo ser malafollá, pero la verdad es que siempre hemos estado así, el  fútbol y la nevera nos cerraban la boca. Panes et circensis en la antigua Roma. ¿De verdad os habeis creido libres alguna vez? ¿Acaso vivís donde queréis? ¿Acaso tenéis el trabajo que deseais? ¿Os moveis donde quereis o donde os deja llegar vuestra cartera?. Ilusos.  

Llorar. Dan ganas, ¿eh?. Pero no todo es tan negro esta noche. Definitivamente se ha apagado la farola y ahora puedo ver con claridad. Las cadenas empiezan a romperse cuando uno se da cuenta de que las porta. Martillo y clavo, y a darle duro.

Pero duro duro, no valen cuatro golpes de niño. Ni levantar las manos ante quien quiere asegurar el candado. Si estirem tots, decía Llach. A golpear todos, pues. Quieren volver a encadenarnos, dar otra vuelta a nuestro collar y ahogarnos un poco más. Su codicia no tiene límite, asían más por el simple hecho de poseer más. Las clases dirigentes y los especuladores viven a nuestra costa y ahora nos lo están demostrando, por si teníamos alguna duda. Golpe de estado de los mercados, lo llamaría yo. Pero los mercados tienen nombres, apellidos, y Porsches.

Son ellos los que espolean a sus perros de presa a disolver nuestras esporádicas muestras de repulsa. Son ellos los que, escudándose tras políticos, nos aplastan cada vez más. Pero la olla tiene un límite, cuando la olla llega al límite salta el pitorro, en este caso el 15-M. Pero, ¿qué pasa si la olla sigue aumentando su presión más deprisa de lo que el pitorro la expulsa?
Explota. Y estamos explotando. En la dirección correcta además, como hacía tiempo que no pasaba. Sólo hay una pequeña gran traba en el camino, una piedra llamada sindicatos mayoritarios.

Estos entes canalizan todo el descontento social hacia marchas o acciones inefectivas, ¡despertad! ¡Que les da igual una manifestación que corte el centro de Madrid o Barcelona! ¡Que no les importa un día de huelga general! Los sindicatos son la grieta que asegura que la presión de la olla salga poco a poco en vez de explotar. Y para terminar con los recortes en sueldos, derechos, pagas extras, impuestos y vida, hace falta que la olla explote. Y que explote bien cerca de todos aquellos que han aumentado la presión sin escrúpulos.

Movilizaciones espontáneas como las de estos días nos muestran a todos el camino a seguir, el camino de nuestra libertad; ese camino que habíamos dejado por el cómodo pan del señor.

 Martillo y clavo, y duro a todos los eslavones.


Abynn Ludd